Era un caluroso día de Junio, del año 2008, tomaba el sol en la playa, y cerca de mi se encontraba un hombre. Su rostro era dolorido y perdido, le pregunté la hora y aquella pregunta fue para mi una ocasión para conversar entre nosotros, y el me preguntó mi nombre y mi respuesta fue : “ Raffaele”, el con tono ironico “Ah Don Raffaele” y desde aquel momento, como magia nos confesamos recíprocamente los dolores mas intimos y profundos. Desde aquel dia empezamos a pasar tiempo juntos, y yo miraba siempre más su alma, y mientras hablabamos le pregunté que religion profetizaba, y el me dijo que era católico, pero no practicante y mientras nos interrogábamos,le dije que yo una vez a la semana iba a un grupo de oración. Enzo fue muy intrigado de este camino y más veces me pidio de participar y le asegúré que algun dia lo traería conmigo. Después de algunos meses, donde más veces Enzo me pedía de ir conmigo, pero nunca sucedía, el empezó a dudar si yo verdaderamente hacia caminos de oración.
Un día le dije que la noche siguiente, había un encuentro en Fermo, y si el quería, podía venir conmigo. Enzo acceptó con felicidad esta propuesta, como su participación a aquellos momentos , y su precencia en los encuentros, trabajo permitiendo, se hizo constante.Entretanto , muy lentamente empezé a contarle mis experiencias místicas y el se quedaba siempre asombrado. Con mucho gusto vi que Enzo participaba a las misas dominicales, y poco después partimos por Assisi, para un retiro espiritual. Era el 6 de Jenero 2009. Cuando empezó el viaje, empezamos a rezar y fue una ocasión para Enzo de abrir su corazón totalmente al Señor. Llegados en Assisi, entramos de repente en la eglisa y le aconsejé de confesarse. El me miró con aria amenazante , rechazando, buscando algunas excusas inutiles, pero al final alcanzé persuadirlo. Nos confesamos, aunque fue fuy dificil convencer Enzo, porqué siempre utilizaba excusas inutiles. Mi confesión era incentrada sobre el, y cuando mi confesor entendió con cual sacerdote Enzo se estaba confesando, se preocupo poqué, segun su opinion no era muy adapto. Cuando terminamos las confesiones,nos encontramos yo era muy preocupado por la reacción que podía haber tenido Enzo con la confesión hecha, pero cuando lo vi, el era satisfecho, sereno y alegre, con las lagrimas a los ojos me dijo : “Estoy bien, encontré un sacerdote que aclaró mis dudas , me siento renacido, me siento un hombre nuevo”. A través de estas experiencias nuestras vidas caminaron paralelamente, siempre con mayor intensidad y también ahora nos unimos en el camino con María hacia Jesús.